Rafael Redondo - Tu yo


Hasta que se haga añicos tu yo

darás a otros poder sobre ti.

Hasta que, con tu propia desnudez,

apagues el fulgor de tus plumajes,

te impedirá el poder

llegar a la otra orilla.

Mas solamente tuyo es el sufrimiento

(que atestigua tu exilio,
y que el poder se encarga de azuzar),

hasta que tú decidas impedir su azote,

cuando, tejido en la substancia del silencio,

en el mismo silencio te hayas transformado.

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