Más que tres puntos




Cada año sobrevuela en el corazón de los atléticos la ilusión de poder ganar al Madrid. Llega el derbi y con él una  oportunidad más para intentarlo. Los aficionados, llegado el momento, creemos que es posible. Transcurren los noventa minutos reglamentarios y el resultado nos devuelve a la realidad. La desolación se posa en nuestros rostros, nos sentimos impotentes ante el eterno rival. Han transcurrido 13 años  desde el último triunfo del equipo colchonero en tan histórico enfrentamiento. ¡No es de recibo! No podemos aceptar que un equipo de esta entidad y grandeza lleve desde el 99 sin vencer.
Durante este periodo el Atlético ha contado en sus filas con grandes jugadores, ha formado fantásticos equipos con los que ha salido victorioso en  partidos contra excelsos contrarios, como el Barcelona de Rijkaard o el de Guardiola. No es un problema futbolístico el que atañe a este conjunto. Estamos ante un dilema psicológico, un obstáculo mental que no le deja avanzar en su cruzada contra los merengues.
Esta situación la ha padecido Federer en cada final que se enfrentaba con Nadal. Lo mismo le ha ocurrido al Real Madrid contra el Barcelona estos últimos años. Se sintió inferior e incapaz de vencer al Barça. Aún a día de hoy le sigue sucediendo. Hubo partidos en los que pudo haber acribillado a goles al bando culé y, debido a ese cortocircuito cerebral, al final se marchaba a casa ganando por la mínima o empatando.
El aspecto psicológico es una parte fundamental en la preparación de cualquier deportista. Esto bien lo sabe el Cholo y lo maneja a la perfección. Seguro que sabrá arengar a los suyos para que lo den todo en el campo y puedan romper el maleficio. Si no siempre puede recordar el discurso que les dio Luis Aragonés antes de ganar la final de Copa del 92 ante el Real Madrid. Después de la charla táctica y de explicar los movimientos propios y del rival, se volvió y preguntó a sus futbolistas:

"¿Lo han entendido? ¿Sí? Pues esto no vale para nada. Lo que vale es que sois mejores y que estoy hasta los huevos de perder con estos, de perder en este campo. Lo que vale es que sois el Atlético de Madrid y hay 50.000 que van a morir por vosotros. Hay que morir por ellos, hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco".

Este encuentro significa más que tres puntos, ya que si ganamos os aseguro que esta Liga dejará de ser de dos para ser de uno, del Atlético de Madrid. Si perdemos, no pasa nada, a seguir animando y a esperar al siguiente partido como bien nos ha enseñado  el Cholismo Zen.

A lo hecho, pecho






El otro día Anna Simón sufrió un contratiempo en El Hormiguero del que, inexplicablemente, se hicieron eco numerosos periódicos. Lo resumiré brevemente. Camisa dos tallas menor, tetamen revoltoso y juguetón, movimiento rápido y desacompasado y canalillo a la intemperie. No me confundo al decir canalillo pues eso fue lo único que se divisó, nada más.
El día de autos, como de costumbre, vi el programa y presencié la escena. No le di la mayor importancia. Ahí vino mi sorpresa cuando, a la semana siguiente, comentan la difusión que se le dio al hecho. Anonadado y perplejo me siento, si en la época de la información, la informática e Internet un simple atisbo de entreteto, lo que bien pudiera ser un escote sobresaliente, provoca tal boom y curiosidad entre la muchedumbre, no quisiera imaginarme que hubiera ocurrido si llega a enseñar algo más.
Lo entendería si estuviéramos en la nochevieja del 87 y casualmente y de forma accidentada a Sabrina Salerno se le escapara uno de esos cántaros que tenía por senos  y a mí y a toda una generación dejara marcados de por vida. 
No me gustaría hacer comparaciones entre los dos fulgurantes despertares anatómicos pero puestos a ello diría que mientras lo de Sabrina me pareció uno de los diez mejores descubrimientos del siglo XX, lo de Anna no da ni para un anuncio del osito Mimosín en horario infantil.
Creo que en ambos casos el incidente fue bienintencionado, no por culpa de las muchachas si no por arte y gracia de sus sugerentes domingas. Siempre he creído, como bien nos enseño don Ramón Gómez de la Serna en su libro, que los senos tienen vida propia.
Los pechos son seres divertidos y traviesos. Se comportan como pequeños niños que necesitan captar la atención de sus padres. Desean y ansían ser contemplados y admirados por cualquier persona cercana a ellos. Y cuando se sienten aprisionados, tapados, sienten la obligación de escapar y mostrarse al mundo. Gentes maliciosas y perversas idearon ropajes que los sujetaban y a la vez los dejaban mansos para que no se desbocaran. Con los años los pechos se hicieron más inteligentes, fueron aprendiendo y comprobaron que cuando la talla de sus carceleros no era la adecuada podían volver con sus fechorías. Tanto Sabrina como Anna Simón fueron víctimas suyas. Cometieron el pecado imperdonable de subestimarlos y ocurrió lo inevitable. En un caso, el percance fue mayor y más ilustrativo y en el otro, fue algo más inocente, dimensionado por el boca a oreja, en el que se llegó a decir incluso que Anna se había desnudado.
Por eso mujeres del mundo, quered y amad a vuestras pechugas como si fueran  hijos vuestros pero nunca las infravaloréis y las deis de lado porque ya sabéis como se las gastan. Y si algún día por casualidades de la vida tenéis algún accidente con alguno de ellas yo os aconsejo que sigáis este lema: A lo hecho, pecho.

Bendito Malvado



“Reconócelo, cuanto mejor es el malo, mejor es la película” Así era como terminaba un anuncio de telefonía móvil en el que nos mostraban a Hamilton cual villano de cómic. Enumeraban a malos de cuento, al hombre del saco, Frankenstein, Drácula, Barba Roja, Golliat, Allien, la bruja mala, el lobo y como colofón Lewis soltaba un “buh” y sonreía. Perfecto. Él mismo se reía de esa etiqueta que le han colgado de piloto loco e inconsciente, de malo de la película.
Para mí, Hamilton no es el antagonista de la historia si no un personaje al más puro estilo Darth Vader, es decir, un tipo que adelantaría a su sombra si estuviera de espaldas al sol y que no cede su posición sólo porque el otro le haya dado el intermitente. Prefirió pasarse al Lado Oscuro a ser un tedioso y aburrido Jedi.
El rencor que se le tiene en España desde que coincidió con Alonso ha sido injusto y desproporcionado, ya que los únicos culpables fueron los dueños de la escudería. Desde mi punto de vista esta inquina es un odio inconsciente propiciado por su enorme valía al volante y porque es el único piloto que en la actualidad aguanta la comparación con nuestro Samurái Rojo. Es decir, es un villano muy del estilo Batman, tan genial e inteligente como nuestro héroe, con muchas similitudes y que está en el otro bando de igual forma que Batman está en el nuestro, por casualidades de la vida.
Ayer, por fin, pudimos animar de todo corazón a este exquisito villano, ya que su victoria nos devolvía las esperanzas y nos hacía soñar que aún era posible el campeonato. Más que la victoria lo que nos importaba era que quedara por delante de Vettel, el rival a batir. Este se me asemeja a Lex Luthor, alguien que tiene muy poco en común con el superhéroe pero que tiene en su poder un artilugio con el que puede derrotar al protagonista, una criptonita en forma de coche.
Alonsistas y demás aficionados españoles, sufrimos cada vez que Hamilton activaba su DRS y se acercaba más al bólido de Red Bull. Vueltas y vueltas repitiéndose la misma situación. Con la tercera posición decidida sólo nos quedaba esperar algo de magia de nuestro reconvertido aliado. Al final de la larga recta Hamilton apuró más la frenada y consiguió ponerse primero, ganando así la carrera. Con esta victoria no consiguió ningún campeonato pero consiguió algo mucho más importante, tener de su parte a millones de españoles que antes le habían repudiado. Eso sólo esta al alcance de un Bendito Malvado.

Cuento Zen


A menudo me busco, intento desenmascararme, saber quién soy. Me defino a través de mis actos, de mis principios, valoro la visión que los demás tienen de mí, me aferro a creencias morales y éticas adquiridas durante años. De nada me sirve. El final de este camino es invariablemente un conflicto interno entre lo que creo ser y lo que en realidad soy. Jorge Bucay lo reflejó de maravilla en este poema:
Yo no soy quien quisiera ser.
No soy el que debería ser.
No soy el que mi mamá quería que fuese.
Ni siquiera soy el que fui.
Yo soy quien soy.

Esta eterna disyuntiva de mi ser, esta búsqueda sin fin, este indagar sin encontrar me sume en un mar de dudas. Ese momento de abatimiento e incertidumbre lo intento paliar devorando infinidad de libros a la espera de que alguno de ellos me ilumine y me indique el camino a seguir.
En una de estas zambullidas encontré un cuento zen que me abrió un poco los ojos. Espero que también os resulte de ayuda o por lo menos os haga pasar un rato agradable:

“Le preguntaron un día a Junaid, un conocido místico sufí, que cómo era capaz de reconocer a un auténtico Maestro zen. Él había convivido con todos los grandes Maestros de la época y era capaz de reconocer al instante cuando uno era falso y cuando auténtico. Junaid contestó lo siguiente:
-       Cuando me acerco a uno de los reconocidos como Maestro me comporto muy humildemente, me postro antes sus pies en señal de modestia. Si observando mi modestia él actúa de forma arrogante, me alejo de él lo más rápido posible. Si por el contrario el reconocido como Maestro en vez de arrogantemente se comporta de forma humilde y cuando yo intento postrarme ante sus pies, él hace lo mismo, también entonces me alejo raudo y veloz.
Los que escuchaban a Junaid quedaron perplejos y le volvieron a interrogar:
-       Pero entonces, ¿cómo decides quién es tu verdadero Maestro? ¿cómo debe reaccionar para que lo consideres como tal?
Junaid les dijo:
-       No tiene que reaccionar en absoluto, tanto si me comporto humildemente como si no, él debe seguir siendo él mismo. Me quedo con el que no reacciona, con el que ha conseguido el equilibrio, al que no le importa lo que haga o lo que deje de hacer. Nada puede perturbarle. Ese es un verdadero Maestro espiritual.”

HUELGA con mayúsculas


Hoy no era un día en el que tuviera pensado escribir nada, sino sentarme en el sofá a descansar, o salir a dar un paseo, leerme un buen libro, ver la tele… Y esto último, el ver la televisión, ha sido mi gran error, pues viendo  el telediario me he enterado de la que han montado, como siempre, ciertos energúmenos con los pobres que han decidido ir a trabajar. He desempolvado mi disfraz de guerrillero de las minorías afligidas y he dejado de disfrutar de este día de fiesta para explicaros lo que para mí ha significado siempre la huelga.
Desde mis tiempos mozos en la escuela, la huelga era la HUELGA, una huelga con mayúsculas, un día de fiesta más en el que te podías quedar en tu casa haciendo lo que te diera la real gana, que era, en definitiva, no hacer nada. Al comienzo del curso buscabas un calendario y apuntabas la navidad, semana santa y demás puentes varios así como fiestas de un solo día y durante unos minutos imaginabas el placer que sentirías la víspera de todos ellos. A ese grupo, sin saber ni cuando ni como, siempre debías añadir uno o dos días más por si había huelga, independientemente de si era general o sólo de los profesores, eso nada importaba. Además era algo sorpresivo, pues andabas un poco en Babia y solía ocurrir que el día antes el enterao del grupo te decía que a la mañana siguiente no había colegio y uno que no se lo esperaba se llevaba un alegrón de tres pares de narices. Nunca preguntabas el motivo de tan grata noticia y si te enterabas del por qué no era por curiosidad ni interés tuyo si no porque al informador se le escapaba.
Y lo que me encuentro ahora es una huelga con minúsculas en la que un grupo de gente, en distintos lugares del territorio español, se manifiesta por las reformas del gobierno, se lleva algún palo que otro y saca su mala hostia a relucir. Porque para mí el manifestante, el agresivo, el que obliga o intenta obligar a la gente de bien a cerrar sus locales, el que termina una vez tras otra en guerra con los antidisturbios, debe ser un tipo que cuando llega el día en que debe reunirse con los colegas para protestar, sale de casa con ganas de partirle la cara al primero que vea. Debe de ser una situación parecida a la de Nochevieja, en la que parece que estás obligado a pasártelo bien aunque no tengas ganas y si sales  a medio gas la gente se empeña en recordártelo. Pues a estas personas les debe ocurrir algo similar, seguramente haya días que no tengan ganas de pegarse, que se hayan levantado felices y dichosos, contentos de la vida y hasta les de pereza insultar o agredir a alguien. Pero claro, se deben a la manifestación, y cuando se caiga el policía de turno delante de sus narices y lo que les dicte el cuerpo sea ayudarlo a levantarse, deben, por el bien de su reputación y la de su grupo conseguir que vuelva a morder el polvo.
Y claro, ahí viene mi sorpresa, la sorpresa de un tipo que esta mañana ha bajado a por unos churros para festejar este bonito día, y que viendo las noticias ha descubierto un estado de crispación, confrontación y gresca impropio de tal sana festividad.
Siento desde este humilde blog que estamos desprestigiando la palabra HUELGA, que para mí tantos años fue felicidad e ilusión de un mañana mejor, un mañana en el que no me tenía que levantar temprano para ir al colegio.

Más jamón para esos Ángeles


Nos colaron, como cada año, el famoso desfile de Victoria’s Secret y pude ver a sus ángeles, sus alas y poco más, la verdad. El acto trata de un grupo de  señoronas que  caminan por una pasarela y con la excusa de publicitar una marca de lencería intentan poner contento al personal. Quiero recordar, o puede que sea producto de mi imaginación, que hace años estas modelos eran unas muchachas de pata negra que se habían criado a base de buenas matanzas, con buen jamón de Guijuelo, la genética y algo de deporte, que nunca viene mal. Vamos, lo que vulgarmente se viene conociendo como una tía jamona. Pero cual es mi sorpresa que al verlas siento que en vez de alimentarse con buen embutido las deben haber dado jamon de york bajo en calorías o, peor aún, unas verduritas al vapor, ¡horror! Sentí que me poseía mi yo cantante y empecé a destrozar esa canción que tan bien sonaba en boca de Rocío Jurado, Lo siento mi amor y recité/canté/desentoné cambiando sobre la marcha parte de su letra: “(…) me cansé de fingir y pretendo acabar de una vez para siempre esta farsa (…) Hace tiempo que no siento nada al ver tu desfile (…)”
No se me malentienda y se piense que estoy criticando la belleza de estos ángeles. Nada más lejos de la realidad. Todas ellas son las modelos top del momento y no lo niego. Pero no por eso voy a dejar de creer que con unos buenos torreznos (o jamón ibérico, a lo mejor con los torreznos me he pasado) estarían  mucho mejor y sus abuelas mucho más tranquilas.
Puede que esté un poco condicionado porque hace unos meses vi en un programa, no recuerdo bien cual, lo que hacían estas pobres chicas un mes antes del famoso desfile. Horas y horas de deporte, dietas inhumanas. Pocos días antes del evento sólo tomaban batidos de proteínas y las 24 horas antes sólo podían tomar líquidos.
Si las modelos más famosas y, según los cánones de belleza, las más guapas necesitan de todo este trabajo para engañar  al espectador por un simple desfile de ropa, que con mi aprobación no cuenten.
Que no cunda la alarma y nadie se desgarre las vestiduras porque desde aquí me comprometo a perdonar a los señores de Victoria’s Secret si rectifican y en vez de ese mes de trabajos forzados permiten a las chicas días de ocio, relajo y buena comida y nos  vuelven a mostrar unos buenos perniles cincelados a base de genética y algo de deporte. Así cuando salga la última modelo con su lencería tasada en dos millones de euros, pensaré, como hacía antaño, que la mitad del precio lo pone la muchacha.

Cholismo Zen


El otro día Mendilibar, entrenador del Osasuna, dijo: “Lo grande del Atlético de Madrid es que con grandísimos jugadores sabe jugar como un equipo pequeño, no hace cosas raras (…) Si tienen que despejar largo el balón porque están presionados, lo hacen, no están obligados por un estilo…”. Es decir, el Atleti, mi Atleti, gracias a Don Cholo ha conseguido un estilo propio sin estar obligado a un estilo, el estilo sin estilo, el ser quien eres en cada momento y, dependiendo de la situación, actuar de la mejor manera posible, sin estar forzado por nada ni por nadie.
Simeone ha impregnado a los jugadores de una actitud y una filosofía basada en el presente y en la lucha, mirar siempre el partido que toca en cada momento y no preocuparse por tiempos pasados ni por futuros, darlo todo en el campo hasta acabar rendido. Si todo eso funciona y se gana, estupendo, si no, nada que reprochar. Esto es el Cholismo, dar el 100% en lo que haces y pensar en el momento presente, si sigues estas máximas no tienes porque culparte, lo que ocurra después es producto del azar, la suerte, la vida o como quieras llamarlo, factores imposibles de predecir y controlar.
Si trasladamos esta manera de ver el fútbol a la vida, el Cholismo se equipararía a la filosofía del zen, del aquí-ahora, del presente, del centrarte en lo que haces en cada instante, no pensar más allá de lo que te concierne ahora mismo. Poner los cinco sentidos en cada acción, en cada trabajo o situación en la que te impliques, dar el máximo sin metas ni resultados. No busques obtener resultados, eso es vivir en el futuro y eso solo conlleva quebraderos de cabeza.
La temporada pasada Simeone, hablando de penaltis pitados y no pitados injustamente, antes de jugar un partido de Europa League contra el Valencia recordó que él había perdido un Liga en Italia en el último minuto de manera injusta y que nadie se la devolvió, pero que así era el fútbol. No buscaba excusas ni culpables, no responsabilizaba a nadie, los errores se cometen y hay que saber asumirlos, tanto los tuyos como los de los demás.  Así es la vida, ni justa ni injusta, es como es y lo mejor es que lo aprendamos lo antes posible y sepamos convivir con ello, porque también puede ser maravillosa y si nos quedamos recordando lo que pasó, lo que pasará o lo que no hicimos bien no la disfrutaremos plenamente. Otra enseñanza cholista.
El Cholo ha llegado a nuestras vidas no sólo como entrenador si no también como un nuevo Maestro Zen, un maestro espiritual que imparte una filosofía del fútbol que podemos llevar a nuestra vida diaria, por eso quiero fundar esta nueva religión o, sin ser tan pretencioso, este nuevo pensamiento conocido como el cholismo zen que resumiéndolo sigue estos simples principios: 1) vive aquí-ahora, 2) da el máximo en todo lo que hagas sin pensar en los resultados y 3) ten a un delantero como Falcao en tu equipo. 

Carta a Marco Simoncelli


Marco Simoncelli murió el 23 de octubre de 2011. Quedé afectado por su muerte y prometí que el primer blog que estrenara comenzaría con una dedicatoria a mi admirado Marco. El 9 de noviembre de 2011 decidí sentarme delante del ordenador y escribir sobre él. El blog lo comienzo hoy mismo y mi promesa sigue en pie, va por ti Marco:

"Querido Marco:
Te escribe un gran aficionado al motociclismo y más aún a los grandes pilotos como tú. Tengo que serte franco y reconocerte que por Valentino tengo un cariño especial pero seguro que no te importa porque sé que tú también eras gran fan de Il doctore cuando empezabas a dar tus primeras vueltas.
Los mejores momentos que he vivido yo viendo carreras de motos han sido con las peleas de Rossi con Lorenzo y Stoner, también he disfrutado como un enano con Marc Márquez, un genio que pronto peleará con los grandes como tú hiciste. Tu garra, tu fuerza, tu manera de pilotar me embelesaba y me quiero quedar con esa última carrera de 250 cc en la que luchaste como un jabato con Aoyama. Esas vueltas en que os pasasteis y repasasteis quedarán para el recuerdo, será de esos momentos que no te cansas de ver, que enseñas a tus hijos cuando te dicen que en tu época no había tan buenos pilotos ni tanta competitividad. Al final no ganaste ese campeonato ni esa carrera, te caíste y no la pudiste terminar pero dejaste la demostración de que eras un gladiador en el cuerpo a cuerpo y siempre disfrutabas con una buena batalla.
Cuando ocurrió lo inevitable estaba, como siempre, disfrutando de tus adelantamientos con Bautista, tu gran rival. Sentí tú pérdida como si fuera la de un conocido, la de un ser querido, y en verdad lo eras, porque tras tantos años viéndote habías entrado en mi vida, eras uno más en mi casa los fines de semana y por eso lo he sentido  mucho. Tenías un algo especial, no sé si sería por tu pelo, por tu sonrisa, por tu voz de pito, que sonaba tan graciosa en italiano, o porque a través de la cámara se notaba lo buena persona que eras.
Me sorprendió de gran manera que todos los que te conocían hablarán primero de lo buena persona que eras antes de alabar tu talento. Siempre he valorado mucho a la gente que a parte de un gran talento profesional exhibe entre la gente un enorme corazón y por lo que he podido comprobar tú eras mejor persona que piloto, ¡y mira que es difícil!
Puedo decir con gran orgullo que soy español y soy de Simoncelli. Esto ha sido así de siempre, no lo digo por decir, siempre te defendí y lo seguiré haciendo, no me importa la nacionalidad y sí la voluntariedad de los actos y sé que un piloto nunca quiere hacer daño a otro. Siempre quisiste que los españoles tan bien te apoyáramos y por lo menos este que escribe así lo hace. ¡Hasta siempre SuperSic! "