Bendito Malvado



“Reconócelo, cuanto mejor es el malo, mejor es la película” Así era como terminaba un anuncio de telefonía móvil en el que nos mostraban a Hamilton cual villano de cómic. Enumeraban a malos de cuento, al hombre del saco, Frankenstein, Drácula, Barba Roja, Golliat, Allien, la bruja mala, el lobo y como colofón Lewis soltaba un “buh” y sonreía. Perfecto. Él mismo se reía de esa etiqueta que le han colgado de piloto loco e inconsciente, de malo de la película.
Para mí, Hamilton no es el antagonista de la historia si no un personaje al más puro estilo Darth Vader, es decir, un tipo que adelantaría a su sombra si estuviera de espaldas al sol y que no cede su posición sólo porque el otro le haya dado el intermitente. Prefirió pasarse al Lado Oscuro a ser un tedioso y aburrido Jedi.
El rencor que se le tiene en España desde que coincidió con Alonso ha sido injusto y desproporcionado, ya que los únicos culpables fueron los dueños de la escudería. Desde mi punto de vista esta inquina es un odio inconsciente propiciado por su enorme valía al volante y porque es el único piloto que en la actualidad aguanta la comparación con nuestro Samurái Rojo. Es decir, es un villano muy del estilo Batman, tan genial e inteligente como nuestro héroe, con muchas similitudes y que está en el otro bando de igual forma que Batman está en el nuestro, por casualidades de la vida.
Ayer, por fin, pudimos animar de todo corazón a este exquisito villano, ya que su victoria nos devolvía las esperanzas y nos hacía soñar que aún era posible el campeonato. Más que la victoria lo que nos importaba era que quedara por delante de Vettel, el rival a batir. Este se me asemeja a Lex Luthor, alguien que tiene muy poco en común con el superhéroe pero que tiene en su poder un artilugio con el que puede derrotar al protagonista, una criptonita en forma de coche.
Alonsistas y demás aficionados españoles, sufrimos cada vez que Hamilton activaba su DRS y se acercaba más al bólido de Red Bull. Vueltas y vueltas repitiéndose la misma situación. Con la tercera posición decidida sólo nos quedaba esperar algo de magia de nuestro reconvertido aliado. Al final de la larga recta Hamilton apuró más la frenada y consiguió ponerse primero, ganando así la carrera. Con esta victoria no consiguió ningún campeonato pero consiguió algo mucho más importante, tener de su parte a millones de españoles que antes le habían repudiado. Eso sólo esta al alcance de un Bendito Malvado.

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