Hoy
no era un día en el que tuviera pensado escribir nada, sino sentarme en el sofá
a descansar, o salir a dar un paseo, leerme un buen libro, ver la tele… Y esto
último, el ver la televisión, ha sido mi gran error, pues viendo el telediario me he enterado de la que han
montado, como siempre, ciertos energúmenos con los pobres que han decidido ir a
trabajar. He desempolvado mi disfraz de guerrillero de las minorías afligidas y
he dejado de disfrutar de este día de fiesta para explicaros lo que para mí ha
significado siempre la huelga.
Desde
mis tiempos mozos en la escuela, la huelga era la HUELGA , una huelga con
mayúsculas, un día de fiesta más en el que te podías quedar en tu casa haciendo
lo que te diera la real gana, que era, en definitiva, no hacer nada. Al
comienzo del curso buscabas un calendario y apuntabas la navidad, semana santa
y demás puentes varios así como fiestas de un solo día y durante unos minutos
imaginabas el placer que sentirías la víspera de todos ellos. A ese grupo, sin
saber ni cuando ni como, siempre debías añadir uno o dos días más por si había
huelga, independientemente de si era general o sólo de los profesores, eso nada
importaba. Además era algo sorpresivo, pues andabas un poco en Babia y solía
ocurrir que el día antes el enterao
del grupo te decía que a la mañana siguiente no había colegio y uno que no se
lo esperaba se llevaba un alegrón de tres pares de narices. Nunca preguntabas
el motivo de tan grata noticia y si te enterabas del por qué no era por
curiosidad ni interés tuyo si no porque al informador se le escapaba.
Y
lo que me encuentro ahora es una huelga con minúsculas en la que un grupo de
gente, en distintos lugares del territorio español, se manifiesta por las
reformas del gobierno, se lleva algún palo que otro y saca su mala hostia a
relucir. Porque para mí el manifestante, el agresivo, el que obliga o intenta
obligar a la gente de bien a cerrar sus locales, el que termina una vez tras
otra en guerra con los antidisturbios, debe ser un tipo que cuando llega el día
en que debe reunirse con los colegas para protestar, sale de casa con ganas de
partirle la cara al primero que vea. Debe de ser una situación parecida a la de
Nochevieja, en la que parece que estás obligado a pasártelo bien aunque no
tengas ganas y si sales a medio gas la
gente se empeña en recordártelo. Pues a estas personas les debe ocurrir algo similar,
seguramente haya días que no tengan ganas de pegarse, que se hayan levantado
felices y dichosos, contentos de la vida y hasta les de pereza insultar o
agredir a alguien. Pero claro, se deben a la manifestación, y cuando se caiga el
policía de turno delante de sus narices y lo que les dicte el cuerpo sea ayudarlo a
levantarse, deben, por el bien de su reputación y la de su grupo conseguir que
vuelva a morder el polvo.
Y
claro, ahí viene mi sorpresa, la sorpresa de un tipo que esta mañana ha bajado a
por unos churros para festejar este bonito día, y que viendo las noticias ha
descubierto un estado de crispación, confrontación y gresca impropio de tal
sana festividad.
Siento
desde este humilde blog que estamos desprestigiando la palabra HUELGA, que para
mí tantos años fue felicidad e ilusión de un mañana mejor, un mañana en el que
no me tenía que levantar temprano para ir al colegio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario